Es
una vía de pensamiento igual de válida que el racionalismo. No es la única
propuesta de reflexión no racional, ni, tampoco, es necesariamente entendible
como una forma de “antirracionalismo”.
Cualquier
pensamiento que se salga del racionalismo es no racionalista, pero eso no implica
que todas ellas se remitan o se puedan identificar con el irracionalismo y lo
irracionalista.
Las
dosis de irracionalismo actual tienen un origen filosófico no siempre
reconocido. Desgraciadamente cuando se identifica se proclama la racionalidad
del irracionalismo, es decir, la incapacidad de la razón para dar cuenta del
mundo que nos rodea, para guiarnos en la vida.
Lo
más sorprendente de este ataque a la racionalidad estriba en el uso de la
lógica para propugnar verdaderas simplezas como que todo es relativo y que no
hay verdades absolutas. Si todo es relativo habría que decir que ya hay algo
que es absoluto: esa afirmación.

Suponiendo
que fuera cierto ese argumento ilógico habría que plantearse las repercusiones
que el pensamiento irracional tiene en nuestras vidas.
La
primera impresión que nos brinda el irracionalismo es que nos hunde en una
visión de la vida donde nunca puede uno saber si actúa bien o mal. La siguiente
conclusión es más apesadumbradora: si no puedo captar la realidad, cómo voy a
saber si cuando veo un acantilado estoy ante un sueño o ante una imagen real.
El hombre que piensa de este modo o es un hipócrita que niega lo que sus ojos
ven o un ciego que quiere culparnos a los demás por ver. Como incapaz de
bastarse a sí mismo, nos ofrece una visión coja del conocimiento para que nos
rebajemos ante él y así igualarnos.
Creer
en el irracionalismo es ponerse en las manos inciertas de la providencia, de un
caudillo o de ideologías salvajes y colectivistas en las que se imparte la
noción de que al ser incapaces de valernos por nosotros mismos, sólo el grupo
al que pertenecemos nos salvará de tal desgracia. De ahí a creer en que los
triunfos y desventuras de la gente se deben a algo indefinible como la suerte
no hay más que un paso.
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